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De la quiniela a la ruina

  • Foto del escritor: Manel Paez Prades
    Manel Paez Prades
  • 24 abr 2019
  • 3 Min. de lectura

Pensar que las apuestas deportivas son algo novedoso es, quizás, caer en un error. Y es que la gran cantidad de casas de apuestas que han abierto sus locales y páginas web puede hacer ver lo contrario. El primer sorteo de lotería en España data de 1763, allá por el siglo XVIII, si hoy en día ya parece lejano el siglo XX, parece inimaginable pensar que sucedía aquellos tiempos en los que reinaba aun Carlos III.


Pero no fue hasta bien entrado el siglo XX cuando aparecieron las primeras apuestas deportivas, y lo hicieron de mano de la conocida quiniela, que existió durante más de 17 años como algo meramente informal para un tabernero de Santander, desde que en 1929 decidiese usarla como método para entretener a la clientela. No fue hasta 1946 que apareció la quiniela de forma oficial aunque tardó varios años en adaptarse al modelo 1X2 que se usa aun hoy en día, y que ha dejado un montón de historias a sus espaldas.


La quiniela ha pasado de ser eso que los amigos rellenaban en el bar tomando unas cervezas durante toda una tarde o aquello que el abuelo iba a hacer todos los domingos por la mañana antes de ir a comprar el pan, para ser la ruina de algunos, esa esperanza que hace tiempo pasó de ser una ilusión a una obsesión y que se normaliza como otro acto cualquiera.


El deporte siempre ha sido esa forma de liberarse de sus problemas y que gustaba a todo el mundo por su imprevisibilidad, y donde, si, además ganabas algo de dinero, habías completado un fin de semana maravilloso. Hoy en día la cosa ha cambiado y parece que la emoción de la imprevisibilidad ya no es porque tu equipo consiga la victoria, sino porque tu apuesta haya sido la correcta.


Una quiniela como las de antes


Hemos pasado de una quiniela de 15 partidos en la que un Osasuna – Getafe ya era un partido en el que no sabias que resultado poner porque no habías visto ningún partido de los dos en meses, a unas apuestas en las que nos fijamos hasta en los saques de esquina que un equipo de segunda división alemana ha realizado en un partido aplazado entre semana, porque no había ningún otro en el que apostar.


Y las colas en las loterías para cobrar las 200 pesetas o los dos euros que te reembolsaban por haber conseguido acertar 8 o 9 de los 15 partidos. Ahora, estas han dejado lugar a los rápidos vistazos por Internet en los que puedes cancelar tu apuesta en cualquier momento, cobrar el dinero en el momento que te apetezca y darle cada vez más vueltas a tus propias apuestas.


Imagen de la Primera Quinela. Fuente: Wordpress

La ilusión de acertar una quiniela ha dado paso a la frustración de que tu apuesta combinada no se cumpla por culpa de ese equipo inglés que se dejó remontar en el último minuto un partido que ya tenia ganado.


El tiempo invertido en las apuestas: un factor invariable


Esos quince minutos dedicados a la quiniela y a pensar si seria el Betis o el Celta quién ganaría y de decidir que como era tan difícil de decidir usaría la opción doble en ese partido. Esos quince minutos son los que ahora un grupo de cuatro amigos de 18 años recién cumplidos dedican en el trayecto de vuelta del instituto para entrar un momento en esa casa de apuestas y hacer la apuesta combinada más grande posible y con la que “da igual si pierdo que solo he apostado un euro”. O esos quince minutos antes del partido en los que ahora en vez de pensar en las alineaciones o en si será mi equipo capaz de sumar esta vez los tres puntos, son para hacer una última apuesta sobre quien se irá ganando al descanso, quien será el primer sustituido o si habrá algún expulsado en el partido.


En definitiva, atrás se han quedado esos días de quiniela, que han dejado paso a lo que hoy en día vivimos, unas apuestas que ya no son la excusa para quedar con los amigos toda una tarde y apostar un euro por cabeza, sino que son, para muchos, una forma de ganar dinero de forma rápida, que al final la casa siempre gana, y al final del día lo que era tan solo un pasatiempo hace veinte años, es una de las razones por las que la gente de los barrios obreros tienen más dificultades para llegar a final de mes.

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Facultad de Ciencias de la Comunicación - UAB (2019)

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