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Radiografía de una Cataluña cada vez más ludópata

  • Foto del escritor: Marc Vizcaíno
    Marc Vizcaíno
  • 24 abr 2019
  • 2 Min. de lectura

La heroína colonizó, con efectos devastadores, barrios de todo el Estado español durante los años 80. Una década más tarde, fue el opiáceo. Ahora, en 2019, ese papel lo juegan las casas de apuestas. Lugares donde el control sobre el juego es ínfimo, el dinero es todopoderoso y la protección a los menores inexistente. Afectan a los barrios más marginales y de tradición obrera, haciendo especial hincapié en los jóvenes.

El primer eje de conflictividad es el de la permisividad y poca regulación del juego, actualmente en la región de Cataluña encontramos 75 salas de bingo, 127 salones de juego, -uno más de los permitidos como consecuencia de una sentencia judicial del Tribunal Superior de Justicia- y 4 casinos –con la posibilidad de crear seis más gracias a la legislación impulsada para la creación del Hard Rock Entertrainment-.

En segundo lugar, como foco del problema vemos el poder del dinero. A pesar de que la influencia de estos locales es importante, la mayor cantidad de ingresos provienen de Internet con un total de 560 millones de euros en 2017 en todo el territorio español. Además, es un negocio al alza, en el segundo trimestre de 2018 se registraron 233.000 jugadores nuevos, de ellos, un 52% en el sector de las apuestas deportivas, modalidad líder, donde más se apuesta.

El tercer punto a tener en cuenta es la perjudicialidad directa sobre los más jóvenes e incluso menores, generándoles ludopatía. En un estudio del Hospital de Bellvitge realizado a pacientes de entre 18 y 30 años, con más de 600 casos analizados, se refleja que un 34% de los casos, los apostadores eran adictos a las apuestas deportivas en línea.

Sin embargo, no es exclusivo de los jóvenes, sino que se advierte una tendencia ascendente a la adicción en los menores. En un estudio de la Dirección Nacional del Juego y el Hospital de Bellvitge, se asevera que un 37% de los actuales jugadores, habían comenzado antes de la edad legal.


En esta ocasión los datos no son suficientes para convencer a un sector de la población que no considera la ludopatía como una enfermedad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) “la ludopatía es un trastorno en el que la persona se ve obligada, por una urgencia psicológicamente incontrolable, a jugar, de forma persistente y progresiva, afectando de forma negativa a la vida personal, familiar y vocacional”. A pesar de esta definición tan encauzadora a la desestigmación, aún queda un sector de la sociedad que lo cataloga como "vicio" o "falta de voluntad".


El panorama no es tan desesperanzador, existen lugares donde hacer terapia con tal de reconducir la vida que padecen ludopatía. Hay asociaciones de Jugadores Anónimos, Centros de asistencia Terapéutica y Centros de Investigación.

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Facultad de Ciencias de la Comunicación - UAB (2019)

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